miércoles, 5 de septiembre de 2012



HEBREOS
El hábitat original de los hebreos, pueblos semitas de pastores nómades, fue la península arábiga. Sin embargo, en tiempos antiguos migraron la Baja Mesopotamia, a las proximidades de la ciudad de Ur.
El término hebreo (“habiru”) significa “gente del otro lado”, es decir, los que venían del otro lado del rió Eufrates.
Hacia el siglo XVIII AC, cuando dominaba la primera Dinastía de Babilonia, este pueblo se trasladó desde Ur hasta Palestina, que antiguamente se llamaba Canaán. Es probable que el desplazamiento se haya debido a fenómenos naturales que redujeron la posibilidad de obtener alimentos, combinado con la presión ejercida por los pueblos mesopotámicos.
Los hebreos estaban organizados en tribus de pastores dirigidas por patriarcas. Según la tradición bíblica, los primeros patriarcas fueron Abraham, Isaac y Jacob. Este ultimo cambió su nombre por el de Israel, y esta nominación pasó a designar a todo el pueblo.
Tiempo después, algunos grupos hebreos se sumaron a los hicsos cuando estos invadieron Egipto en el siglo XVIII AC. Mientras los hicsos dominaron el norte de Egipto, los hebreos estuvieron protegidos, pero cuando parte de estos invasores fueron expulsados por los príncipes de Tebas, los hebreos se vieron reducidos a una situación de sometimiento durante el Imperio Nuevo. Esta permanencia conocida como el “Cautiverio de Egipto”, finalizó cuando salieron del país guiados por Moisés hacia los siglos XIV o XIII AC. Moisés guió a su pueblo por el sur del desierto de Sinaí (puesto que el norte de esta península estaba custodiado por fortalezas egipcias) para llevarlo nuevamente hacia Canaán.
LA SEGUNDA INSTALACIÓN DE LOS HEBREOS EN CANAÁN: LOS JUECES
El ingreso de los hebreos en Canaán fue muy lento, pues se produjo entre los siglos XIII y XI AC. Para poder instalarse en la región, debieron enfrentar a los pueblos cananeos establecidos en la zona. Durante estas luchas, los hebreos estuvieron organizados en doce tribus, dirigidos por jefes políticos, militares y religiosos que recibieron el nombre de Jueces.
Para unificarse ante los enemigos y fortificarse militarmente, establecieron finalmente un gobierno monárquico a fines del siglo XI AC. Esto fue posible porque en esa época no existían grandes imperios enemigos. El poderío heteo se había desplomado, Egipto estaba en decadencia y Babilonia sufría las invasiones de otros pueblos.
LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LOS HEBREOS
El primer rey de los hebreos fue Saúl. Su sucesor, David conquistó la ciudad de Jerusalén y la convirtió en la capital del reino. Este monarca también organizó el ejército y comenzó a crear alianzas con las ciudades fenicias. Sin embargo el apogeo del poder monárquico se produjo con Salomón en el siglo X AC. Bajo su reinado se establecieron las fiestas religiosas y se construyó el Gran Templo de Jerusalén con ayuda de arquitectos de Tiro. Asimismo el rey Ahiram de Tiro facilitó su flota a Israel para traer productos de Arabia y de las costas africanas. También fue muy intenso el comercio caravanero.
En política interior, Salomón limitó la autonomía de las tribus y organizó un sistema de impuestos para mantener a la corte a los funcionarios y al ejército. Esos gastos y la imposición de trabajo obligatorios a los habitantes disgustaron a la mayoría de la población, y ocasionaron en consecuencia, fuertes tensiones sociales.
LA DIVISIÓN DEL REINO DE ISRAEL
Al morir Salomón, al rededor del 930 AC, se produjo una división entre los hebreos. Diez tribus conformaron el Reino de Israel constituyendo su capital en Samaria. Este reino mantuvo su independencia hasta el 722 AC, cuando fue derrotado por los asirios. Al producirse esta conquista, la mayor parte de la población fue deportada y los asirios colocaron un gobernador en la zona. Las dos tribus restantes formaron el reino de Judá, con capital en Jerusalén. Judá subsistió hasta el 586 AC, año en que cayó en manos de los neobabilonios.
Durante el cautiverio se difundió la prédica de los profetas, quienes difundieron el mesianismo, es decir, la creencia en la llegada de un Mesías o salvador del pueblo hebreo.
EL MONOTEÍSMO HEBREO Y EL ANTIGUO TESTAMENTO
Un rasgo distintivo de los hebreos fue su convicción en la existencia de un dios propio, Yahvé, de esencia espiritual, indefinible e irrepresentable. Esta creencia fue evolucionando y, a partir del siglo VII AC, se plasmó en una religión monoteísta, basada en la existencia de un único Dios, creador del mundo y de los hombres.
De acuerdo con los hebreos, Yahvé los habría elegido revelándoles las verdades fundamentales de la religión e interviniendo en el desenvolvimiento de su historia. Así en la salida de Egipto hacia Canaán, Yahvé habría aparecido ante Moisés entregándole las Tablas de la Ley con los Diez Mandamientos.
Los textos religiosos son muy importantes para la reconstrucción de la historia hebrea, fundamentalmente la Torah (conocida como “La Ley” o el Antiguo Testamento). Existen otros libros que reconstruyen las migraciones del pueblo hebreo, sus distintas formas de organización, sus creencias y prácticas religiosas, y sus derrotas a manos de otros pueblos.
Los relatos sagrados parecen haberse transmitido en forma oral hasta que, durante los reinados de David y Salomón, se avanzó en la redacción del antiguo testamento, que quedó escrito definitivamente a fines del siglo II AC.
ECONOMÍA HEBREA
La propiedad de la tierra fue comunal en los primeros tiempos, pero cuando se establecieron por segunda vez en Palestina empezó a desarrollarse la propiedad privada.
Cultivaron la tierra y también se dedicaron a la industria y al comercio, para los que demostraron excepcionales condiciones.
Cada siete años, año sabático, la tierra se dejaba descansar.
Cada cincuenta años se celebraba el año jubilar: Descansaba la tierra, caducaban las deudas, los presos eran puestos en libertad y los que se habían visto obligados a vender sus tierras, las recuperaban, con lo que se trataba de evitar la formación de latifundios.
LEGADO HEBREO
La influencia religiosa y moral del pueblo hebreo ha sido muy grande, pues fue el precursor de los pueblos cristianos.
En primer lugar, afianzó el triunfo del monoteísmo y el de una religión espiritual y de un contenido moralizador, que proviene de la época de los profetas, pues estos predicaron que para honrar a Dios no se necesitan sacrificios ni ritos, ya que la verdadera piedad está en el corazón de los fieles.
También los profetas enseñaron que entre Yahvé y los creyentes nadie podía interponerse, y ello dá a la religión hebrea un contenido subjetivo, desconocido hasta entonces, que está expresado en el Deuteronomio: “La Ley está muy cerca de ti, la tienes en tu boca y en tu corazón”.
De esta concepción religiosa derivó una importante conclusión moral: La responsabilidad individual, a la vez que se condena la responsabilidad colectiva que castigaba al culpable, a sus descendientes y a su familia: “No se hará morir a los padres por los hijos, ni a estos por aquellos, se hará morir a cada uno por su pecado”.
La Biblia sirvió como fuente de inspiración a gran parte de la literatura y del arte del Renacimiento, además fue fuente del derecho.




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